NOW THAT WE ARE DEAD – JUNIOR MACKENZIE (2021)
Junior MacKenzie es uno de los elegidos, un mensajero que esparce felicidad. Es como el protagonista de la canción de Dylan, Quinn the Eskimo, ese individuo mítico que deja un rastro de alegría a su paso y cuyo nombre no puede ser ese, porque los esquimales se llaman Inuk, Nanuk o cosas parecidas.
Junior MacKenzie tampoco se llama así, su nombre es Juan Fortea y nació en el Mediterráneo, aunque su música pantanosa y embriagadora está más cerca de Louisiana que de Benicàssim. MacKenzie, o Fortea, es un tipo que un día tocó con una guitarra prestada nada menos que por Richard Hawley y, como él, es capaz de componer canciones en que la furia se hermana con la belleza.
En estos tiempos confusos ha alumbrado en su casa, cerca del mar y el horizonte, un disco en el que coexisten el espacio de soledad del que surge la creación y la rabia de seguir viviendo ahora que –como él dice- estamos muertos.
NOW THAT WE ARE THE DEAD es un canto de esperanza que brota con aroma de góspel, se retuerce en un bosque poblado de voces, texturas de cuerdas y sintetizadores y guitarras que gimen luminosas en busca de una salida. Introspectivo en “Unforgiven”, cinematográfico en “Key In The Sea”, onírico y terrenal a partes iguales en “Loneliness”, afilado como el acero en “Don’t Become A Liar”. Etcétera.
Cada uno de nosotros puede buscar y encontrar en su escucha incontables matices, perderse en laberintos íntimos o dejarse arrastrar por acelerones repentinos de música poderosa. Este es un disco de orquestaciones brillantes que habla del mundo en que vivimos y de las heridas del amor, que mide la intensidad para que la emoción simplemente se apunte pero nunca se desborde. Sus canciones parecen no querer abandonarnos: con voz distinta que sin embargo también es la suya acaricia en “Sunny Days” el reinicio de una historia personal en la que cualquiera puede reconocerse. I try to smile most of the time. Es el último verso de un disco que hace posible que volvamos a sonreír, que sintamos la electricidad que agita la somnolencia de estos días.
JUAN J. VICEDO